La dieta Mediterránea y el silencio entre los Hombres.
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El hombre común, el moderno, el hombre del futuro, lleva una vida que hace imposible el diálogo.
Le es preciso almorzar de pie unos bocadillos, o mal sentado en el taburete de un bar, sin tertulia y con servilletas de papel. Cuando, realizando la complicada operación del taxi, el tren y el coche propio vuelve a su casa, está rendido. Entonces conecta la tele. La tele es la tertulia familiar, la sobremesa; las noticias del día; las buenas noches.
La tele dice las palabras y comentarios que no tuvo con su esposa. La tele o internet sustituyen a los amigos. Algunas noches, congregan a los hijos. Es la abuela mecánica, no en torno a la chimenea, sino junto a la nevera.
Sin chistes, sin charla, sin risotadas, sin conversación, ¿para qué los platos delicados, las venerables recetas de cocina? ¿Para qué los alegres vinos y las deliciosas carnes gobernadas con mil verdures frescas , o los burgaleses corderos de dos madres, o les mongetes amb botifarra, que brindan con una copa de cava antes del sacrificio, para dar sabor a su carne?
La dieta mediterránea, si a algo se opone es al Sandwich, a la comida ràpida, al silencio entre los Hombres.
Para las gentes que no aman conversar, basta con entrar a una farmacia (que es donde se expenden) y pedir alguna de esas variedades de “sandwich” que, para no perder el tiempo, están ya previamente numerados.
-Deme el número dos. O el cinco.
El almuerzo dura unos minutos. Tal vez por eso han inventado el chicle, para suplir ese déficit de masticación de sus mandíbulas.
Los “slogans” políticos, las consignas, los anuncios han fabricado una especie de comprimidos mentales, un criterio en píldoras, que evita toda reflexión. , “Islamistas radicales”, “La quinta columna”, “Las fuerzas del mal”, “Por la libertad y la democracia”, etc, etc.
El escaso diálogo que aún sobrevive, carece de saltos imaginativos, de sorpresas, de emboscadas, de agresión. Ya no es un alegre esgrima del espíritu. Los floretes están cubiertos de herrumbre.
Y la dieta mediterránea, bien entendida, con su conversación creativa, con su alegre y salpicante vino es el sable bien templado que no solo mejorará nuestra salud, si no que cortará el cuello a estas vidas coñazo y llenas de pensamiento único.
Dr. Rafael Sarandeses (col·legiat 640)
Metge especialista en medicina familiar i en medicina del treball.
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